martes, 3 de enero de 2012

Tal vez digamos adiós demasiado tarde

Cuando puedes perder a una persona lo único que quieres es pasar todo el tiempo posible con ella, así todos quieran estar contigo, da igual, renunciarías a todo solo por poder estar hasta el último segundo de tu vida y de la suya junto a ella. Te pones a pensar lo difícil que sería, lo mucho que le echarías de menos, pero lo que más te paras a pensar es como sería cada puto día sin ella a tu lado, sin tenerla apoyándote siempre, sin poder verle cada día, sin poder compartir mil risas con ella… Sí, que es ley de vida, pero ¿y qué? Siempre va a doler perder a la persona que más amas, despertarte y ver que ya no está…
Y quieres aprovechar cada momento y decirle que le quieres, que es lo más importante que tienes, que no quieres que se vaya… que es tu vida, y puede llegar a no estar… Que no quieres que lo único que te quede de ella, sean los recuerdos, quieres tenerla y no perderle nunca, porque haber sido suya ha sido el mejor premio, el más grande, que no todos han podido tener, solo dos personas y te sientes orgullosa de que una de esas dos personas hayas sido tú. Y le das gracias por todo lo que ha hecho por ti, aunque con un simple “gracias” no puedes agradecérselo todo.
Y a pesar de todo, que recuerde que a lo mejor no eres la que más le quiere, pero si que le quieres de la mejor manera que sabes y que nadie puede quererle como tú.

Muchas sonrisas por dedicarte.

Que cada mañana me despierte pensando que con una sonrisa tuya mi mundo pueda cambiar, esa es una de las razones que me hacen sonreir siempre. Que al otro lado de la pantalla estés tú, da igual a cuantos kilómetros, pero estás, provoca que quiera quedarme conectada hasta las tantas de la mañana. Que cada palabra que digas consiga sorprenderme cada vez más, es un motivo de los cuales me incita a hablar contigo cada día. Esas son algunas de las cosas por las que me gustaría que me prometieras que nadie va a lograr separarnos,  ni el mismísimo malo de la película ¿me lo prometes? Yo estoy dispuesta a prometerte eso y mucho más.

Mil dudas y un te quiero.



Que nadie puede tener una cosa clara para siempre, porque te pasas el día dándole vueltas y vueltas hasta que al final la que se marea eres tú. Ya lo tomas por costumbre el no querer aclararte, porque si lo piensas bien una vida sin comeduras de cabeza parece ser demasiado aburrida, y a nosotros nos gusta lo complicado ¿no?